Decir siglo XXI implica considerar los factores fundamentales que lo definen, todos de alto impacto en el desarrollo de la Planificación estratégica de este tiempo. Entre los más importantes, destacan:
- A nivel tecnológico, el avance y la expansión de la digitalización a nivel global, con la información como capital, de la mano con la sofisticación de la toma de decisiones, reflejo de la “Era del conocimiento” planteada por Drucker en sus obras.
- Consecuencia en buena parte de la anterior, el desarrollo de negocios virtuales; la digitalización y la multiplicación en el alcance de la publicidad y el mercadeo (redes sociales)
- Desarrollo permanente de la globalización: organizaciones que extienden sus procesos y mercados a áreas geográficas atractivas económicamente ubicada en cualquier parte del mundo, gracias a la facilidad de desarrollo de los flujos de información
- Nuevos estudios en ecología y medio ambiente, dirigidos a repercutir positivamente en la sostenibilidad en ese ámbito
- Mercados cambiantes o volátiles: reflejo de importantes cambios tecnológicos y del desarrollo de clientes y consumidores más educados para la adquisición acertada
- El capital humano como prioridad en la organización: un paradigma que ya comenzó a desarrollarse en el siglo XX, reflejado en la concepción de la organización como organismo y en la mentefactura (Toffler, “El cambio del poder”)
A su vez, tal como lo expresaba Drucker, la evolución del enfoque empresarial, pasando del procesos de manufactura básicos, a la generación de valor, y por último al enfoque exclusivamente orientado al servicio.
En el contexto descrito, la Planificación Estratégica de este siglo debe, sin duda, enfocarse en la ampliación de su alcance y avanzar hacia la Gestión Estratégica: establecer caminos para la organización con base en la misión, la visión, el análisis de los factores internos y externos, así como en la capacidad de evaluación del entorno cambiante y en la flexibilidad para la adaptación de procesos, garantizando la generación de valor y el enfoque al cliente (servicio). En este orden de ideas las filosofías y herramientas propias de la mejora continua seguirán jugando un papel fundamental: la optimización de la cadena de valor, de cara al cliente y sus expectativas cambiantes.
Los retos para la Planificación estratégica en el Siglo XXI están relacionados con la volatilidad del mercado y la necesidad de mantener la confiabilidad del enfoque prospectivo, con la ampliación de la perspectiva de factores externos e internos considerando la importancia creciente que se le otorga al medio ambiente, el surgimiento de mercados potenciales sin fronteras de espacio y tiempo y competidores con el mismo enfoque, originando estrategias cónsonas con estas realidades. Deberá incluir otras de cara al peso creciente del capital humano y de la necesidad de mantener la organización en posición competitiva en relación a la digitalización y telecomunicaciones.
Así, la perspectiva fundamental a considerar en la Planificación Estratégica será la resiliencia: reinventar un enfoque equilibrado de la organización una vez recibido, y mejor aún anticipado, el embate de los cambios vertiginosos a venir: el enfoque de la Gestión Estratégica ya indicado incluye esa característica requerida.
Consecuentemente, debe destacarse que un sistema de indicadores de gestión efectivo es cada día más un requisito indispensable: para conocer los cambios se requiere medir los aspectos y variables del negocio y sus relaciones con el entorno, al igual que el impacto de las mejoras y adaptaciones desarrolladas. La probabilidad de lograr cambios adecuados a las nuevas necesidades y condiciones imperantes a ciegas, es muy baja y origina desperdicio de recursos. De ahí la adopción creciente de sistemas como Balanced Scorecard, concebidos para mostrar resultados tangibles y su relación con las interacciones propias de las diversas perspectivas del negocio, con base en el enfoque de procesos.
De igual forma, y de cara a la generación de valor en los aspectos importantes, y de los avances en la tecnología y digitalización de los flujos de información, las empresas deberán generar estrategias de inversión que les permita manejar la información requerida para medir los aspectos importantes del negocio en tiempo real, y así garantizar que los planes de acción y las mejoras a aplicar sean lo más inmediatas posibles y no post mortem, a fin de reducir las pérdidas y optimizar la toma de decisiones así como el seguimiento y control de los resultados.