miércoles, 11 de diciembre de 2013

Planificación estratégica en el siglo XXI

Decir siglo XXI implica considerar los factores fundamentales que lo definen, todos de alto impacto en el desarrollo de la Planificación estratégica de este tiempo. Entre los más importantes, destacan:
  • A nivel tecnológico, el avance y la expansión de la digitalización a nivel global, con la información como capital, de la mano con la sofisticación de la toma de decisiones, reflejo de la “Era del conocimiento” planteada por Drucker en sus obras.
  • Consecuencia en buena parte de la anterior, el desarrollo de negocios virtuales; la digitalización y la multiplicación en el alcance de la publicidad y el mercadeo (redes sociales)
  • Desarrollo permanente de la globalización: organizaciones que extienden sus procesos y mercados a áreas geográficas atractivas económicamente ubicada en cualquier parte del mundo, gracias a la facilidad de desarrollo de los flujos de información
  • Nuevos estudios en ecología y medio ambiente, dirigidos a repercutir positivamente en la sostenibilidad en ese ámbito
  • Mercados cambiantes o volátiles: reflejo de importantes cambios tecnológicos y del desarrollo de clientes y consumidores más educados para la adquisición acertada
  • El capital humano como prioridad en la organización: un paradigma que ya comenzó a desarrollarse en el siglo XX, reflejado en la concepción de la organización como organismo y en la mentefactura (Toffler, “El cambio del poder”)
A su vez, tal como lo expresaba Drucker, la evolución del enfoque empresarial, pasando del procesos de manufactura básicos, a la generación de valor, y por último al enfoque exclusivamente orientado al servicio.

En el contexto descrito, la Planificación Estratégica de este siglo debe, sin duda, enfocarse en la ampliación de su alcance y avanzar hacia la Gestión Estratégica: establecer caminos para la organización con base en la misión, la visión, el análisis de los factores internos y externos, así como en la capacidad de evaluación del entorno cambiante y en la flexibilidad para la adaptación de procesos, garantizando la generación de valor y el enfoque al cliente (servicio). En este orden de ideas las filosofías y herramientas propias de la mejora continua seguirán jugando un papel fundamental: la optimización de la cadena de valor, de cara al cliente y sus expectativas cambiantes.

Los retos para la Planificación estratégica en el Siglo XXI están relacionados con la volatilidad del mercado y la necesidad de mantener la confiabilidad del enfoque prospectivo, con la ampliación de la perspectiva de factores externos e internos considerando la importancia creciente que se le otorga al medio ambiente, el surgimiento de mercados potenciales sin fronteras de espacio y tiempo y competidores con el mismo enfoque, originando estrategias cónsonas con estas realidades. Deberá incluir otras de cara al peso creciente del capital humano y de la necesidad de mantener la organización en posición competitiva en relación a la digitalización y telecomunicaciones. 

Así, la perspectiva fundamental a considerar en la Planificación Estratégica será la resiliencia: reinventar un enfoque equilibrado de la organización una vez recibido, y mejor aún anticipado, el embate de los cambios vertiginosos a venir: el enfoque de la Gestión Estratégica ya indicado incluye esa característica requerida.

Consecuentemente, debe destacarse que un sistema de indicadores de gestión efectivo es cada día más un requisito indispensable: para conocer los cambios se requiere medir los aspectos y variables del negocio y sus relaciones con el entorno, al igual que el impacto de las mejoras y adaptaciones desarrolladas. La probabilidad de lograr cambios adecuados a las nuevas necesidades y condiciones imperantes a ciegas, es muy baja y origina desperdicio de recursos. De ahí la adopción creciente de sistemas como Balanced Scorecard, concebidos para mostrar resultados tangibles y su relación con las interacciones propias de las diversas perspectivas del negocio, con base en el enfoque de procesos.

De igual forma, y de cara a la generación de valor en los aspectos importantes, y de los avances en la tecnología y digitalización de los flujos de información, las empresas deberán generar estrategias de inversión que les permita manejar la información requerida para medir los aspectos importantes del negocio en tiempo real, y así garantizar que los planes de acción y las mejoras a aplicar sean lo más inmediatas posibles y no post mortem, a fin de reducir las pérdidas y optimizar la toma de decisiones así como el seguimiento y control de los resultados.

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