Una de las
manifestaciones del cambio en la cultura de los países, al igual que en la de
las organizaciones, es la evolución del enfoque dado a conceptos antes poco
conocidos o mal interpretados, ahora de uso común e interpretación positiva. Un
ejemplo que ya ha marcado un hito en esta tendencia, es el concepto de incertidumbre; si se mira hacia atrás,
se observa el largo camino pavimentado con paradigmas de permanencia y
confiabilidad en las proyecciones de escenarios futuros, quizás consecuencia de
la estabilidad de los mercados, la casi ausente competencia y la ignorancia de
los clientes, propias del ámbito organizacional de hace varias décadas.
Ahora bien, ¿Son válidos
estos supuestos para alguna organización actual? En porcentajes diferentes
quizás, aunque la respuesta es un rotundo no. Pero, lo más impactante es que el
mundo empresarial actual ya dejó de temerle a lo desconocido (o al menos le teme
menos): la incertidumbre, esa probabilidad de baja magnitud que aterrorizaba
los gerentes de antaño, se está viendo como la oportunidad de lograr nuevas
metas, de descubrir caminos rentables allá donde las estrategias del periodo
pasado se encontraron con una calle ciega.
Vemos así como la
organización competitiva de hoy viaja sobre los rieles de la gerencia estratégica, desarrollando la
habilidad de cambiar a través de la flexibilidad y, mejor aún, innovando. Si en
el pasado los pioneros de grandes ideas fueron vistos muchas veces como herejes
de los dogmas de los negocios, hoy los estudiamos y, de ser posible, copiamos
su estilo.
Dentro de las tendencias
descritas, merece destacarse el impacto de la teoría del caos; la palabra caos fue entendida durante milenios
como un desorden sin sentido, un adversario que debía vencerse y que perdía,
supuestamente, terreno con cada ley natural descubierta, con cada norma, ley o
mandato. La evolución en este campo nos trae, hoy, la aceptación de la
contingencia, de lo impredecible, del desequilibrio, de la complejidad y la
comprensión de que el determinismo se ve disminuido por la influencia de
variaciones mínimas en la totalidad de sistemas complejos. El concepto
científico de caos nos habla, en la actualidad, de interconexiones subyacentes
que se manifiestan en acontecimientos aparentemente aleatorios.
¿Qué hace siempre cambiante la corriente de un río,
aparentemente siempre igual?
¿Cuáles son los patrones que se descubren desde el aire
en el tráfico de una gran ciudad, al cual percibimos como azaroso?
¿Cómo se manifiesta la auto organización en sistemas
sociales turbulentos?
La empresa actual es
consecuencia de la evolución del concepto de organización, antes máquina ahora
organismo, aceptando el papel trascendental del crecimiento personal en su
desarrollo pleno; el llamado efecto de la mariposa, según John
Briggs y David Peat en su libro Las Siete
Leyes del Caos, describe cómo el impacto de cada individuo en el sistema es
la oportunidad de aprovechar el desarrollo y el cambio positivo personal, para
influenciar productivamente el entorno.
Estos autores plantean así las mencionadas siete leyes:
Estos autores plantean así las mencionadas siete leyes:
1) Ley del vórtice: ser
creativo
2) Ley de la influencia
sutil: usar el efecto mariposa
3) Ley de la creatividad
y la renovación colectivas: seguir la corriente
4) Ley de lo simple y lo
complejo: explorar que hay en medio
5) Ley de los fractales
y la razón: observar el arte del mundo
6) Ley de los rizos
fractales: vivir dentro del tiempo
7) Ley de la corriente
de una nueva percepción: volver a unirse con el todo
Dentro del concepto
actual de complejidad, sobre el cual
el autor Edgar Morín comenta “es complejo aquello que no puede resumirse en una
palabra maestra, aquello que no puede retrotraerse a una ley, aquello que no
puede reducirse a una idea simple”. Pareciera una tabla de salvación contar con
leyes que nos ayudan a esquematizar el qué hacer: crear nuevas alternativas
comprendiendo la influencia de nuestras decisiones en el sistema, seguir las
tendencias positivas de cambio que se manifiestan, simplificar la gestión de
procesos complejos, observar y comprender las pequeñas organizaciones e
interrelaciones dentro de la organización formal, administrar nuestras
actividades en el tiempo entendiendo los ritmos personales y comprender nuestro
papel en la realidad holística de la sociedad.
El autor Gary Hamel, autor de Reinventando las Bases para la Competencia ,
expresa: “Durante muchos años, hemos seguido un enfoque equivocado al pensar en
el futuro. El enfoque primordial era predecir y tratar de identificar un futuro
particular más que de desarrollar un sentido profundo de `discontinuidades´,
las cosas que están impulsando el cambio, o que potencialmente podrían ser
canalizadas para impulsarlo”.
La teoría del caos nos
permite proyectar una mínima parte del magnífico concierto natural en las
interacciones humanas, entendiendo la entropía más allá de la termodinámica,
como un elemento de destrucción creativa, a través del cual la organización se
reinventa constantemente, estemos conscientes o no de ello; los valores declarados
de la mayor parte de las empresas de hoy incluyen la innovación, porque sin el
cambio provocado o aceptado solo queda la desaparición.
Los mercados son sistemas complejos,
sobre todo en el ámbito económico, es patente el efecto de la teoría del caos, especialmente
del efecto mariposa: una declaración, un hecho aparentemente aislado en una
organización, institución o zona geográfica desencadena una crisis del mercado
petrolero mundial o de las bolsas de valores internacionales. Así mismo, dentro
de esa complejidad el fenómeno se repite en el pequeño ámbito de cada
organización, donde un rumor puede afectar la productividad y/o el clima. Ambos
comportamientos corresponden con un fractal: la estructura total se repite
internamente en pequeña escala hasta el infinito.
La búsqueda de la desburocratización, el
achatamiento y la horizontalidad de las empresas, simplificando lo complejo, el
estímulo de la sinergia del talento humano para lograr sistemas alineados y
realmente enfocados en una visión holística, son sólo algunos escasos ejemplos
de cómo sin referencias teóricas, el navegar por el caos buscando la excelencia
es parte esencial de la gestión exitosa de hoy.
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